Etiqueta: compasión

Los tres corazones

La Compasión budista. Giuseppe Jiso Forzani

Tres son las actitudes del corazón que el zen propone y que están identificadas con tres ideogramas. El primero es el corazón grande, el segundo el corazón de la persona anciana, madura, el tercero es el corazón de la alegría, y son las actitudes que en la vida cotidiana cada uno de nosotros debe manifestar. Obteniendo impulso y fuerza de aquella práctica del estar sentados en silencio que después ilumina toda la vida.

El corazón grande, magnánimo. Aquí grande no es lo contrario de pequeño, grande es cada uno de nosotros cuando es verdaderamente sí mismo, grande es una pulga cuando es una pulga, es una galaxia cuando es una galaxia. En el mundo de las pulgas está todo, como en cada gota individual de agua está todo el universo, que no es más pequeño que el universo contenido en una estrella. Cada uno a su manera grande, si es sí mismo hasta el fondo, si verdaderamente vive hasta el fondo aquella relación con su vida como expresión, manifestación, forma de la vida.

El corazón del viejo. Hay quien dice el corazón de los padres, pero yo pienso en el anciano, en el abuelo que tiene hacia el nieto una relación menos involucrada que la del padre (por ejemplo desde el punto de vista del orgullo personal, del deseo de ver que el hijo realiza sus aspiraciones). Este corazón de la persona anciana que tiene una relación de afecto, de ternura con todas las cosas, por la que cada cosa es parte de su vida y tiene aquel cuidado delicado que no tiene segundas finalidades.

Leer más

Budismo solidario: un nuevo mapa del sendero

Budismo solidario. Un nuevo mapa del sendero

Por  Kenneth Kraft

____________

El budismo actual presenta dos grandes ramas. La más antigua es la hinayana, el “pequeño vehículo”, representado actualmente por la escuela Theravada, arraigada fundamentalmente en Birmania, Laos, Tailandia, Camboya, Sri Lanka y Malasia. La otra, es el budismo mahayánico, el “gran vehículo”, surgido en el siglo segundo antes de nuestra era, y característico de China, Mongolia, Corea,  Tíbet y Japón, y de la cual el budismo zen es una de su principales expresiones. La escuela Theravada tiene como figura paradigmática el arhat, monje budista dedicado a la liberación y la iluminación personal.  En cambio, la figura central del mahayana es el bodhisatva, que dedica su vida a liberar a todos los seres. Su principal atributo es la compasión, la ausencia de egoísmo y la plena dedicación a los demás,  incluso postergando su propio despertar.

La compasión es uno de los aspectos fundamentales de la teoría y la práctica del budismo mahayana. Tanto es así que el actual Dalai Lama dice que “la compasión es la base de las enseñanzas budistas. La principal característica del Buda es una gran compasión” (pág. 26). Esta afirmación se basa en la propia experiencia de Buda. Como se recordará, una vez alcanzada la iluminación, al término de un largo retiro solitario, Buda decidió, movido por la compasión del sufrimiento de los seres humanos, dedicarse a trasmitir la sabiduría que había alcanzado. El término sánscrito karuna ha sido traducido como “piedad” y sobre todo como “compasión”. La palabra española es definida como “el sentimiento de conmiseración o lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias”.1

Esta definición muestra sólo un aspecto de la complejidad del término sánscrito. Karuna no es sólo “piedad” por quienes sufren “penalidades o desgracias”, sino que es un sentimiento de empatía universal hacia todos los seres vivientes, incluida la persona que experimenta dicho sentimiento. Busca no sólo compadecer y ayudar a quienes se encuentren en una situación de desgracia e infortunio, sino que busca liberarse y liberar a todos los seres del sufrimiento, por entender que la propia liberación requiere o es favorecida por la liberación de los demás.  El término español “solidaridad” expresa bien esta relación de empatía, afecto y respeto al otro que es como yo, que realmente es yo. Esto se funda en una concepción de la igualdad básica de los seres humanos; como dice el Dalai Lama, “todos los seres humanos poseen un deseo innato que los impulsa a buscar la felicidad y evitar el sufrimiento. En lo esencial somos físicamente iguales. Lo que importa es nuestro parecido mental y emocional”.2

Leer más