Relación discipular

La relación discipular

Hoy en día que estamos tan necesitados de referencias objetivas, el zen nos proporciona una adecuada orientación existencial a través de una permanente reeducación de la mirada

El budismo es un camino de reeducación existencial, con una metodología clara y definida que ha sido consensuada por muchos meditadores de distintos países, épocas y lugares diversos, pues todos llegaron a la misma experiencia del despertar.

 

¿Cómo sabemos si estamos desarrollando este proceso interno y externo de una forma adecuada?

 

En la tradición zen la figura del maestro es una clave en el proceso del aprendizaje de todo practicante, pues lejos de caer en las redes de las auto referencias, siempre tiene la posibilidad de confrontar con el maestro cuáles están siendo sus logros, dudas o avances en el camino .

 

El progreso y aprendizaje en la práctica meditativa no pueden darse en solitario, de ahí la importancia de establecer una relación discipular.

Esta es la importancia de practicar junto a un maestro, un ser humano que también está en su proceso de auto descubrimientos pero que ya ha pasado, quizá, con desenvoltura sobre algunos paisajes. .

 

La práctica consiste en salirse del dominio del pensamiento, en escapar a la cascada de la mente que sin cesar derrama su torrente interior.

 

Nuestra cultura y sociedad actual, más preocupada en el desarrollo desmedido del capitalismo y de la facturación rápida de las satisfacciones inmediatas, que no verdaderas, nos proporcionan pocos modelos (por no decir ninguno) de cómo encontrar y trabajar adecuadamente con los maestros espirituales. En nuestros tiempos, hemos perdido el maravilloso espíritu del aprendizaje y, esencialmente, en épocas de grandes cambios o experiencias de despertar espontáneo, descubrimos que sin el apoyo de un guía, un maestro experimentado y una práctica sistemática, estas experiencias pasan completamente desapercibidas.

 

Así pues, estudiar con un maestro zen no significa renegar de nuestra propia responsabilidad y debemos prestar mucha atención en no caer en las proyecciones idealizadas. Nadie puede sentarse ni sentirse por ninguno de nosotros. El practicante debe practicar por él mismo. Hay un famoso dicho que repetimos hasta la saciedad: “No confundas la luna con el dedo que la señala”. El maestro no te controla, pero sí te dirige en una dirección adecuada. Está en tu libre elección seguir ese camino indicado o no hacerlo.

 

El maestro no te controla, pero sí te dirige en una dirección adecuada.

 

El Budha dijo: “Eres tú el que has de esforzarte, los Tathagatas son sólo maestros”. Si a Shidharta Gautama se lo puede calificar de sabio, es debido únicamente a que descubrió y mostró los pasos hacia la verdadera liberación, pero somos nosotros los que hemos de recorrer el camino por nosotros mismos. Dicho esto, recordemos que no es únicamente en el budismo donde encontramos la referencia de un guía y orientador de las experiencias. La misma civilización occidental comenzó sus pasos hacia el conocimiento de la mano de pensadores como Sócrates, quien con su método didáctico denominado mayéutico (mayeusis en griego significa “ayudar a encontrar la luz”) situaba a sus discípulos en las experiencias cognitivas.