Qué es el Zen

¿Qué es el Zen?

La historia del budismo es bien hermosa: se cuenta que una tarde Siddhartha Gautama impartía una enseñanza en lo alto de un famoso lugar en India, el Pico de los Buitres, que está ubicado cerca de la población de Rajgir (antigua Rajagriha). Este terreno sirvió como escenario para muchas de sus prédicas que se recogerán en grandes textos como el Sutra del Corazón.

 

Narra la leyenda que, en un momento determinado, el Budha detuvo la exposición de su enseñanza, cogió una flor entre los dedos, la sostuvo sutilmente y se mantuvo en silencio. Los discípulos esperaban un sermón repleto de grandes contenidos, pero ese día no hubo más mensaje que una simple flor en las manos del maestro.

 

¿Qué querría decir aquello? Los discípulos quedaron contrariados. Se mostraron incapaces para comprender el mensaje. Al parecer, el único que respondió fue Mahakasyapa, quien esbozó una simple y hermosa sonrisa; cruzando su mirada en silencio con la del maestro, éste confirmo la comprensión del alumno, convirtiéndose así en el primer sucesor del Linaje. Ese día nació el zen.

 

No hubo más mensaje que una simple flor en las manos

 

Hoy en día que estamos tan necesitados de referencias objetivas, el zen nos proporciona una adecuada orientación existencial a través de una permanente reeducación de la mirada.

 

 

 

El budismo parece ser que está tomando una fuerza inusitada en Europa, en Occidente, especialmente el budismo zen que ya aparece en frascos de colonia, jabones para el cuerpo, marcas de ropa, etc. Pero la práctica del zen no es una moda pasajera, ni algo adscrito a marcas comerciales, es una experiencia Real (con mayúsculas) que nos permite tener la posibilidad de conectar en verdad con quiénes somos y de qué va esto. Es una certitud que se está transmitiendo, ininterrumpidamente de generación en generación desde hace muchos siglos, milenios. El budismo zen es un medio adecuado de reeducación existencial, con una metodología clara y definida que ha sido consensuada por muchos maestros y meditadores de distintos países, épocas y lugares diversos, pues todos llegaron a la misma experiencia del despertar.

 

El zen no es una moda pasajera que pertenece al mercado de la actual new age espiritual. El budismo zen forma parte de un recorrido espiritual que lleva actualizándose hace más de 2600 años y que no pertenece a ningún país concreto (India, China, Japón, España…) ni a ninguna entidad jerárquica o autoridad determinada. Ha llegado vivo, fresco e imperturbable hasta nosotros, después de un largo camino que ahora no es momento para desarrollar. La meditación zen va proporcionando al practicante una sistémica reeducación cognitiva, gracias a la cual constatamos que el mundo, que vemos pasar a cada instante, es una simple recreación mental y subjetiva que se alimenta de viejos patrones. En el Lankavatara Sutra se lee:

 

Las cosas no son lo que parecen,

pero tampoco son de otro modo.

El Zen es únicamente transmitido de ser a ser

Por tanto, es importante reconocer que la práctica de la meditación zen requiere una total disponibilidad y entrega personal por parte de cada uno de los que sientan que quieren recorrer el camino del autodescubrimiento. La vía del zen es una práctica intransferible. Nadie puede sentarse, sentirse y reconocerse por ninguno de nosotros. Muchas personas creen poder liberarse de sus dolencias existenciales mediante un tratamiento de automedicación espiritual. El zen es únicamente transmitido de ser a ser.

 

Baste decir que el zen se ha caracterizado siempre por dos aspectos: primero por ir directamente a lo esencial y no perderse en las ramas; segundo por ser una transmisión más allá de las palabras, una experiencia sin igual que se transmite y comparte de corazón a corazón.

 

Finalmente, el término zen procede de la palabra sánscrita dhyâna. Por transliteración fonética pasó luego a chan´na (en chino antiguo) y posteriormente llegaría lo que conocemos hoy por zen.

Se puede entender de varias maneras, tales como tomar conciencia desde un estado de absorción de la mente, estabilizarse en quietud del cuerpo y vivir los instantes de conciencia desde una apertura emocional. El zen es meditación, entendida ésta como una contemplación no manipuladora de la realidad.

 

La vía del zen es un camino de cordura. Un recorrido hacia la constatación de lo que realmente somos. Es un trayecto que te invita a reencontrar el equilibrio, la sintonía natural entre el fondo y la forma, la sabiduría comprensiva entre lo absoluto y lo relativo. El budismo zen considera que no es posible imaginar al ser humano solamente en su dimensión social o ética. La dimensión natural, es decir, aquella que se refiere al funcionamiento del cuerpo, al de las dimensiones intelectuales y a las propiamente afectivas, también deben ser tomadas en consideración. Debemos ver al ser humano como un todo integrador.

 

Así, en el zen se dice que cuando uno se sienta en meditación, el universo entero hace zazen. No hay dualidad, no hay diferencias, solo una perfecta armonía en la que verdaderamente todo está ordenado. Éste es el estado natural de nuestro ser.