Autor: Denko

¿CÓMO CUIDAR EL AVANCE?

Estamos en el último teishō de esta sesshin de verano y me han venido a lo largo del día unas imágenes que quiero compartir. Les propongo una pregunta, confiando en que sea un soporte para profundizar en la meditación: ¿cómo cuidar el avance?

Si en nuestra mente entendemos que avanzar es alcanzar el despertar, nos estamos alejando del camino de la práctica. Hay algunos pensadores y sabios que han dicho: «La meta está en el camino». También un maestro zen dijo: «El camino está bajo nuestros pies». Por esta razón, cualquier espacio y tiempo es una expresión del despertar. No entramos ni salimos de algún lugar. Así pues, caminar no tiene nada de especial.

Como comentaba al inicio de esta sesión, me han ido viniendo algunas imágenes que apuntan a la respuesta de la pregunta que hice antes: ¿cómo cuidar el avance? Es una cuestión para cada uno de nosotros.

La primera imagen está relacionada con el viaje que hizo Dōgen desde Japón a China donde profundizó en esta pregunta con el maestro Tendō Nyojō. Cuenta la historia que Dōgen tuvo un despertar (satori) y pidió una entrevista personal con el maestro. Estando frente a él, hizo sampai y le dijo:

  • Maestro, maestro, he entendido el despertar. He abandonado el cuerpo y el espíritu.

El maestro respondió:

  • Muy bien, ahora abandona la idea de que has abandonado el cuerpo y el espíritu.

Hay una diferencia entre entender y comprender. ¿Qué hacen los maestros? Quitar lo innecesario. Es un diálogo profundo y bien hermoso el que recoge esta historia de la tradición soto zen. Tendō Nyojō cambió completamente la frase inicial (shin jin datsu raku). Esta experiencia marcará profundamente el avance de Dōgen. Con ella regresará a Japón donde lo esperaba su pequeña comunidad. Los monjes pensaban que el maestro traería algo especial y simplemente expresó: «Vuelvo a casa con las manos abiertas y una mente flexible.»

Si traslado esta historia, por ejemplo, a la comunidad que dirijo (Luz del Dharma), estoy viendo que algunos practicantes piensan que, al viajar a Senjuin, vamos a llevarnos algo especial. Así que les diré una cosa: «se vuelve con menos kilos». Es una metáfora. No hay nada especial en perder kilos. De nuevo volvemos a la pregunta: ¿cómo sé a nivel personal que se está produciendo un avance?

La otra imagen e historia que me ha venido es la del discípulo Baso y su maestro Nengaku. El primero era un ferviente practicante que se empleaba todo el tiempo a la práctica. Quería alcanzar el despertar. Se esforzaba en exceso para avanzar. Por ejemplo, tras el desayuno en oryoki y antes del samu, no tomaba café. Iba corriendo al zendo para sentarse ante la pared. Terminaba el maestro las enseñanzas de la tarde y antes de la cena, no disfrutaba del paseo por los exteriores del templo, no aprovechaba el tiempo para ducharse o lavar la ropa, sino que corría de nuevo para sentarse ante la pared y hacer zazen. Estoy trasladando la historia de Baso a nuestra situación. En un momento determinado de un día cualquiera, el maestro Nangaku lo vio sentado en zazen. Le preguntó:

  • ¡Qué haces?
  • Maestro, estoy haciendo zazen para convertirme en un Buddha.

El maestro no dijo nada. Permaneció en silencio. Salió afuera. Se sentó. Cogió una teja y comenzó a pulirla. Eso atrajo la atención de Baso. Salió y vio a su maestro puliendo la teja. Se desarrolló el siguiente dialogo:

  • Maestro, ¿qué hace?
  • Haciendo un espejo precioso
  • Maestro, está loco. Eso es imposible. ¿Cómo va a hacer un espejo, puliendo una simple teja?
  • Igual que tú, que crees que sentándote en zazen vas a llegar a ser Buddha.

Esta historia nos devuelve de nuevo a la pregunta: ¿cómo siente el practicante que está avanzando? Comprender el Dharma es saber del poder de la transformación. Nuestra consciencia limitada se abre y está disponible. Cuando esto se da, se produce el avance, aparece la resonancia. Es importante encontrar una pedagogía que nos permita comprender esta experiencia. Tenemos la suerte de escuchar la experiencia vivida por anteriores a nosotros, no para imitarlos, sino como un impulso para avanzar en la práctica.

La tercera imagen que me ha venido es la siguiente y da igual que nuestro personaje en esta historia sea mujer u hombre. Está muy feliz porque va a recibir a su maestro en su hogar y durante varios días, lo prepara a conciencia. Cuenta la historia que por fuera de la casa hay un pequeño jardín que es muy bonito. Ha barrido y quitado todas las hojas secas. Siente que todo está prefecto para recibir a su maestro. Todo preparado ya. Viene el maestro y le dice:

  • Como usted verá, he limpiado las hojas de mi jardín. La casa está preparada para usted.

¿Qué hace el maestro? Mueve el árbol y caen todas las hojas. Y ahí se produce un avance en la comprensión del discípulo. ¿Cómo cuidar el avance? Es una cuestión personal. Si prestan atención a las historias que he contado, Dōgen con su maestro Tendō Nyojō, Baso con su maestro con Nengaku y en la última historia, un maestro y un discípulo. En todas siempre hay un recipiente que recibe en agua pura. Por tanto, adonde quiero llegar es a valorar la importancia de encontrar un maestro en nuestras vidas.

No es el maestro el que te hace avanzar. Te acompaña en el avance. Es una cuestión importante. Si hablamos de vibración y resonancia, una maestra o maestro vibra con frecuencia en esa resonancia. Si aparece otra persona que vibre en esa frecuencia o resonancia, se produce una correspondencia energética, un flujo de transformación que genera un estado de gozo en la que no hay propietario de la experiencia.

Ese vínculo sagrado aparece en forma de Mil Manos, como la imagen del templo Senjuin. Este es el poder del Dharma. No es nada especial, ni genera algún tipo de reconocimiento ordinario. Quizá la palabra más cercana a comprender esa resonancia sea veneración, un profundo respeto al ver cómo la energía atraviesa a ambas personas que ofrecen a los demás la oportunidad de vibrar en esa resonancia.

Tal vez pensamos que no es importante practicar junto al maestro y es cierto en cierta medida porque somos personas con vidas independientes. No es un vínculo basado en el apego. Es una relación basada en la libertad del ser. Así que es posible no coincidir durante un tiempo con el maestro meditando, si tú realmente tienes integrada esa resonancia mutua. La pregunta es, ¿cómo se produce? Una de las claves del avance en el camino es la perseverancia, la asiduidad, es decir, comprendo y sé la importancia de encontrarme físicamente con el maestro. Esa es una respuesta que le corresponde a cada uno. ¿De qué manera cuido la resonancia?

El maestro necesita para su existencia de un corazón sensible que le recuerde el poder de esa resonancia. Es un vínculo con lo Real. Así que cada uno de nosotros tiene siempre la oportunidad de observar cómo canaliza su tiempo y su energía, para no perder esa resonancia.

Es una relación diferente de la habitual, por ejemplo, madre o padre e hijos, amistad, compañeros, laboral, de pareja. ¿Cómo definir la relación con un maestro? Confío en que cada uno encuentre la respuesta. Tiene mucho que ver con la disponibilidad, para observar en ti en qué momento de tu vida se produce algún tipo de resistencia que te aleja de esa amplitud.

Gracias por la receptividad. Como dice el Sutra de la Gran Sabiduría (Hannya Haramita Shingyo), vamos juntos en una misma resonancia, como las perlas de un mala que vibran juntas.

Denkō Mesa

4 agosto 2024

Senjuin, Le Refuge du Plessis

Aubigné Racan, Francia

PULIR LA TEJA

Ayúdanos a financiar la renovación de los tejados de un edificio (techos entramados, aislamientos, chimeneas, ventanas)

Desde hace cinco años, renovamos y restauramos un hermoso lugar lleno de historia para crear un espacio dedicado al Dharma (la enseñanza de Buddha) en el sur del departamento de Sarthe. Durante estos cinco años hemos mirado con cierta preocupación una parte de los tejados muy deteriorada, la que está encima del establo, con sus tejas centenarias. El conjunto tiene aproximadamente 150m2. Cada año se han realizado reparaciones ocasionales, pero con las fuertes lluvias del invierno de 2024, estamos viendo una infiltración significativa y ahora debemos actuar.

Esta obra, que se realizará a más de diez metros del suelo, requerirá el trabajo de cinco a siete personas durante tres semanas. Requieren conocimientos reales que no tenemos dentro de la asociación. Nos gustaría confiar este trabajo a una empresa local sensible a nuestro proyecto. La estimación asciende a 35.270 euros. Actualmente, los trabajos están previstos para marzo de 2025. Incluyen la reparación de la estructura, los canalones, una chimenea, la instalación de un nuevo aislamiento y tres ventanas para tejado y, por supuesto, la instalación de cientos de pizarras nuevas. Entonces te necesitamos.

Puliendo la teja, el nombre de esta campaña toma su nombre de un famoso acertijo de la tradición zen: El maestro zen Baso se sentaba día y noche a meditar. Una vez su maestro Nangaku le preguntó: ¿Por qué practicas la meditación sentada? Convertirse en Buddha, respondió el discípulo. Nangaku luego tomó una teja y comenzó a pulirla. ¿Por qué pules una teja? —Preguntó Baso. Para convertirlo en un espejo. Baso dice: ¿Cómo se puede hacer un espejo, puliendo una teja? Nangaku respondió: ¿Cómo puedes convertirte en un Buddha sentándote en meditación? Bueno, es una historia zen…

 

 

El propietario del proyecto es  la asociación Le Refuge du Plessis. Rehabilitamos edificios para crear un lugar de vida comunitaria donde uno pueda dedicarse plenamente al Dharma (en las formas de la escuela zen) y experimentar todas las buenas prácticas ecológicas. Los edificios datan de los siglos XVI y XVII y están clasificados como “pequeño patrimonio local” (una casa señorial, un molino y varias dependencias). El entorno está protegido y estamos en una ZNIEFF (Zona Natural de Interés Florístico y Faunístico).

El consejo de administración de la asociación lidera el proyecto y, en particular, Jiun Éric Rommeluère que vive en el Refugio.

A continuación dejamos enlace directo para aportar en la campaña de financiación:

https://www.helloasso.com/associations/le-refuge-du-plessis/collectes/polir-la-tuile-1?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR3Z-_lTW_W8sMM-M4qzibnpj22EbuskmAbaM7TuAQ5zyP5WS3ttoyHS74Q_aem_ZmFrZWR1bW15MTZieXRlcw#tickets

 

Vuelve a ti, sé tu propia luz

El Sutra del Nirvana se sitúa en las últimas horas de la vida de Buddha. A diferencia de otros textos, aquí el interlocutor principal es Mañjuśrī, identificado en el campo de los estudios budistas como probablemente el bodhisattva más antiguo y uno de los más importantes de la literatura Mahāyāna. La fecha exacta de origen del sutra es incierta, pero es posible que su forma primitiva se desarrollara en el siglo II de nuestra era. Este es un breve fragmento:

 

En el bosque de salas en las afueras del castillo de Kusinara el Buddha predicó por última vez:

«La sabiduría es la barca de remos con que se atraviesa el piélago del nacimiento y la muerte.

La sabiduría es la lámpara resplandeciente que alumbra al mundo obscuro y tenebroso.

La sabiduría es grata medicina que cura todos los males de la vida.

 La sabiduría es el hacha con que el hombre puede abrirse paso al través de la enmarañada selva del dolor.

La sabiduría es el puente para cruzar el turbulento río de la ignorancia y la lascivia.

Por eso, debe el hombre poner todo su empeño en engendrar la sabiduría dentro de sí, y valerse para ello de todos los medios, usando del pensamiento y de la recta atención. Si el hombre adquiere la triple sabiduría, aunque fuera ciego, el ojo de la sabiduría todo lo ve. Sin embargo, si carece de la sabiduría, la mente es pobre y carece de sinceridad. Tal cosa no dice bien del hombre que ha dejado su casa.

Tenga bien metido dentro del corazón, el hombre iluminado, que no va bien con él lo falso y estéril; y con sencillez de ánimo esfuércese por alcanzar ese gozo puro que sólo puede hallarse en el sosiego y reposo perfectos.

Queridos discípulos, recuerden que llevan dentro de ustedes la luz, dependan de ustedes mismos y no de los otros. Hagan de mi enseñanza su luz, confíen en ella y no en otra».

 

De toda la complejidad y profundidad del Dharma, el Buddha se dirigió humildemente a sus discípulos, instándoles a tomar el control, a responsabilizarse de sus actos, pensamientos y palabras, a asumir la libertad de abrirse a la observación de lo contemplado. Insistió en que reposar en el eje y fortalecer el estado de presencia sean el fundamento y el punto de unión en todo el trabajo interior. Esta experiencia surge del reposo profundo en la tranquilidad de la mente. El significado de sus palabras nos lleva a rememorar contenidos como este:

«Recuerda cuál es tu espacio interior. Tú ya eres aquello que has estado buscando por tantas vidas. No hay nada que conquistar, nada en qué convertirse.»

 

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Fragmento de las enseñanzas impartidas por el maestro zen Denkō Mesa en la webinar titulada «Sammasati»

 

La pupila del ojo de Gautama

Durante la celebración del Vesak el pasado 23 de mayo, celebrado en el Zendo Zanmai San, encuentro en el que participaron varias entidades miembros de la Federación de Entidades Budistas de España  (UBE),  leímos el siguiente texto en nombre de la Comunidad Budista Zen Luz del Dharma. Es un fragmento de las Crónicas de la transmisión de la luz de maestro zen Keizan Yōkin:

Buddha Shakyamuni nació en la India y pertenecía al linaje del Sol. A los diecinueve años de edad dejó atrás los muros de su palacio al amanecer, se afeitó la cabeza en la montaña y durante seis años se entregó a la práctica de una austera disciplina. Luego, permaneció sentado inmóvil durante otros seis años mientras las arañas urdían sus telas en la cuenca de sus ojos, las urracas anidaban en lo alto de su cabeza y los juncos se entrelaza se entrelazaban con sus piernas. A la edad de treinta años, en el octavo día del décimo segundo mes, y en el mismo instante en el que la estrella matutina asomaba el firmamento, el Buddha alcanzó súbitamente la iluminación.

Las prácticas que llevó a cabo durante su vida proporcionan el modelo que todos sus seguidores tratan de emular. Desde el mismo momento de la aparición del Buddha en este mundo, sus seguidores han tratado de comportarse como él, de emplear los mismos recursos que él utilizó y de actuar, en todo momento – independientemente de que estén caminando, de pie, sentados o acostados – de la misma forma que él lo hizo.

Aunque las montañas, los ríos y las 10.000 formas florezcan por doquier, no debemos concluir por esto que algo exista fuera de la pupila del ojo de Gautama. La pupila del ojo de Gautama nos contempla a todos, por lo que esta pupila también habita en ustedes. Es precisamente el ojo del Buddha el que acaba transformándose en nuestro cuerpo y mora en nuestro interior como un abismo de insondable profundidad.

Por tanto, no crean que en el pasado o en el presente ustedes y la resplandeciente pupila del Buddha han sido, de algún modo, entidades diferentes. Nosotros somos la pupila de Gautama y Gautama es nuestra auténtica totalidad.

Entréguense plenamente a la meditación, desarrollen la maestría y aclaren la iluminación del Buddha al mismo tiempo que la de ustedes.

Las espinas brotan por doquier

mientras en el viejo cerezo

germina la yema de una espléndida rama.