Enseñanzas

Indagar, profundizar, descubrir, revelar

Confía en el trabajo que hacemos y entrégate con generosidad a una mirada interna. Durante cada momento de la práctica meditativa, recuérdate preguntar. Pregúntate y responde, ¿qué es esto? ¿Desde dónde y para qué hago las cosas?

Indagar, profundizar, descubrir, revelar son verbos que forman parte de un meditador serio y honesto que se entrega a la vía.

Quizá al mirar te parezca que vienes a buscar algo porque crees que no lo tienes o no lo consigues. Sigamos con los verbos: tener, querer, poseer son distintos a los de entregar, confiar y compartir, por ejemplo.

¿Qué se te mueve con estas enseñanzas? ¿Quizá esperabas profundas orientaciones espirituales, técnicas metafísicas, mayor hondura? ¿Qué has oído y qué no has querido escuchar de lo que he dicho? ¿Qué te pasa, practicante, cuando el maestro dice: párate y observa? ¿Nada más?

Respira, toma conciencia de la respiración. Respira, párate y observa. No empujes. No te detengas. No corras. Ralentizar no es parar. Es ralentizar, colocar al ser en su estado natural para observar con una mirada atenta y compasiva. Esta es la esencia de la meditación.

Denkô Mesa

(Fragmento de las enseñanzas del Retiro Zen de Primavera, abril 2019)

Un camino basado en la experiencia

El budismo es un camino basado en la experiencia del instante presente, teniendo en cuenta lo acontecido en el pasado y las repercusiones que tendrá en un futuro, que aún está por llegar, todo aquello que digamos, pensemos o hagamos en este preciso instante. El budismo no es un camino de adoctrinamiento moral. El budismo no es una religión repleta de normas que debemos cumplir para alcanzar un reino espiritual.

Quienquiera que sea que carezca de autocontrol
y no permanezca en la verdad,
aunque se vista con la túnica amarilla,
no es merecedor de ella.

El budismo es un camino que fortalece la emergencia y el mantenimiento de la clara visión frente al impulso ciego de vivir ausentes. Está claro que somos seres afortunados por el simple hecho de haber nacido y aún más por experimentarnos como seres con capacidad para desarollar la autoconciencia y la trascendencia de sí, pero todo esto conlleva efectos secundarios, pues si no estamos atentos, caeremos en la mentira de la auto referencia y el narcisismo, incluida la vanagloria espiritual.

Hay muchos caminos, incluido el budismo, pero creer que puedes levantarte del suelo con tan solo tirar de tus orejas, es un imposible.

Seguir el camino del budismo significa estudiarse y conocerse en profundidad. Se necesitan años de práctica continuada y un asesoramiento adecuados, para vernos cara a cara con la falsa imagen que tenemos de nosotros. Soltar la fijación del ego es nuestro propósito, pues éste se basa siempre en sus propias interpretaciones subjetivas, no en los hechos. Lo que la percepción ve y oye, parece real porque sólo admite en la conciencia aquello que concuerda con los deseos del perceptor, o sea, nosotros mismos.

La realidad es lo que acontece a cada momento mientras tú te pierdes siguiendo las fantasías que vas creando. Si lo que ocurre está dentro de sus pretensiones, dictamina que es correcta, bueno y está bien. Si no es así, el personaje se excusa con el rechazo y lo manifiesta de variadas formas.

Así como la lluvia penetra en una casa mal techada,
la avidez penetra en una mente no desarrollada.

Esta es la principal razón del desajuste cognitivo o perceptivo que padecemos los seres humanos y que se manifiestan en distintos tipos de dolencias. En el fondo todas se refieren a un hecho ineludible: desde que nacemos estamos muriendo. Resolver el enigma del quién soy yo y qué es esto que llamamos realidad, son preguntas fundamentales que forman parte del trabajo meditativo.

La droga de la información nos ha despojado del tiempo para vivirnos. Así que, ¿cómo vivir en plenitud una vida llena de incertidumbres? Esta es la vía del despertar donde lo que importa es lo que haces, no lo que te cuentas. Si hay una atención mantenida, hay una percepción no difuminada. 

Por tanto, el budismo no es únicamente meditación y toda meditación no es budismo. El budismo debe ser entendido, por encima de todo, como un camino de trascendencia de eso que nos creemos ser. El budismo propone un recorrido existencial que nos lleva al íntimo conocimiento del sí mismo, y por ende, nos permite observarnos plenamente a la luz de la conciencia, viendo cómo es nuestra manera de relacionarnos, tanto con otras personas como con todo lo que nos rodea.

Denkô Mesa

 

¿Cuál es la forma correcta de percibir las cosas?

 

Se dice que allá donde hay percepción hay engaño y que los humanos podemos ser como un elefante que acabamos empantanados en un simple charco de barro, debido a la manera que tenemos de ver la realidad e interpretar las cosas. 

Debemos reconocer que nuestra cognición es muy pobre. Por lo general, instrumentalizamos la realidad. Usamos palabras para definir otras palabras. Por tanto, carecemos de sorpresa y presencia. Hacemos que estamos, pero no lo estamos, más bien, nos hacemos una idea de ello. En Occidente se sobreentiende la atención, pero no se la analiza. Meditar es contemplar a la luz de la conciencia lo que estás experimentando mientras lo estás experimentando. Esta capacidad es innata y universal, está al alcance de todos y cada uno de nosotros. Para ello, debemos abrirnos y predisponer nos al lenguaje de la intuición. Si acudimos al diccionario encontramos que el vocablo deriva del latín intuitio que se traduce por «mirar hacia dentro» o «contemplar».

  1. Habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.

«es una persona con mucha intuición; tiene una tremenda intuición artística»

  1. Conocimiento, comprensión o percepción inmediata de algo, sin la intervención de la razón. «tuve la intuición de que estabas metido en problemas»

¿Cómo surge la intuición en nosotros? Entendiendo que la meditación es una práctica no manipuladora de la experiencia. Cuando somos capaces de abandonar toda expectativa entonces uno obtiene justo lo que necesita. Meditar es equilibrarse entre el apego y el rechazo.

Concretamente la meditación zen toma como base los contenidos desarrollados en el Sathipathana Sutra. La palabra sati hace referencia al RECUERDO PERMANENTE DEL ESTADO DE PRESENCIA. Nos invita a mantenernos en estado de alerta justa instante tras instante.

Meditar es un estado, ejercicio, práctica o experiencia (como lo queramos llamar) donde el sujeto se convierte en un observador receptivo que no manipula aquello que está experimentando. Meditar es un arte de la contemplación serena donde el cuerpo, la respiración y el silencio se desarrollan naturalmente y permiten un buen anclaje a todo meditador.

Un meditador no elige, sólo observa sin querer que ocurra esto o aquello. No va ni viene de ningún lugar. Está en lo que está. Es lo que está sucediendo. Esta visión clara es lo que proporciona la mirada atenta. Así pues, podemos afirmar que meditar es un ejercicio práctico de contemplación atenta no manipuladora.

Denkô Mesa

 

 

El amor sin fecha de caducidad

La vida es un proceso y no un estado definitivo. El universo vibra en mutación constante. Siempre ha sido así, lo es ahora y lo será en un futuro impredecible.

El amor no es eterno, simplemente sucede cuando las circunstancias acontecen y como el tiempo, no existe, salvo como un pretexto, un referente o una medida que utiliza el ser humano para vincularse con la realidad, tratando de asegurar con ello la continuidad de sus apegos.

El amor es una fuerza que trasciende las fronteras y deja a un lado las categorías personales, supera sin atrevimiento el limitado ser que aparentemente nos creemos ser.

En la libertad de saberse uno en el amor, la experiencia no se mide en cálculos acumulativos. Es una fuerza latente que surge naturalmente en cada uno de nosotros, un potencial de entrega compartida que en algunos está despierta y en otros permanece aparentemente dormida.

Esta fuerza que no conoce la ley de las distancias, es un impulso que no sabe de tiempos, limitaciones o dificultades. Eso es el amor.

Acompañar al otro en su propio proceso de cambio es un puro acto de amor. Lo contrario es apego e identificación obsesiva. La meditación es un excelente servicio para expresar lo que somos no para alcanzar una imagen de lo que no somos. Meditar es un acto de amor, un ejercicio de desapego y dependencia. Meditar es la expresión de lo que somos.

Denkô Mesa