El budismo es un camino basado en la experiencia del instante presente, teniendo en cuenta lo acontecido en el pasado y las repercusiones que tendrá en un futuro, que aún está por llegar, todo aquello que digamos, pensemos o hagamos en este preciso instante. El budismo no es un camino de adoctrinamiento moral. El budismo no es una religión repleta de normas que debemos cumplir para alcanzar un reino espiritual.
Quienquiera que sea que carezca de autocontrol
y no permanezca en la verdad,
aunque se vista con la túnica amarilla,
no es merecedor de ella.
El budismo es un camino que fortalece la emergencia y el mantenimiento de la clara visión frente al impulso ciego de vivir ausentes. Está claro que somos seres afortunados por el simple hecho de haber nacido y aún más por experimentarnos como seres con capacidad para desarollar la autoconciencia y la trascendencia de sí, pero todo esto conlleva efectos secundarios, pues si no estamos atentos, caeremos en la mentira de la auto referencia y el narcisismo, incluida la vanagloria espiritual.
Hay muchos caminos, incluido el budismo, pero creer que puedes levantarte del suelo con tan solo tirar de tus orejas, es un imposible.
Seguir el camino del budismo significa estudiarse y conocerse en profundidad. Se necesitan años de práctica continuada y un asesoramiento adecuados, para vernos cara a cara con la falsa imagen que tenemos de nosotros. Soltar la fijación del ego es nuestro propósito, pues éste se basa siempre en sus propias interpretaciones subjetivas, no en los hechos. Lo que la percepción ve y oye, parece real porque sólo admite en la conciencia aquello que concuerda con los deseos del perceptor, o sea, nosotros mismos.
La realidad es lo que acontece a cada momento mientras tú te pierdes siguiendo las fantasías que vas creando. Si lo que ocurre está dentro de sus pretensiones, dictamina que es correcta, bueno y está bien. Si no es así, el personaje se excusa con el rechazo y lo manifiesta de variadas formas.
Así como la lluvia penetra en una casa mal techada,
la avidez penetra en una mente no desarrollada.
Esta es la principal razón del desajuste cognitivo o perceptivo que padecemos los seres humanos y que se manifiestan en distintos tipos de dolencias. En el fondo todas se refieren a un hecho ineludible: desde que nacemos estamos muriendo. Resolver el enigma del quién soy yo y qué es esto que llamamos realidad, son preguntas fundamentales que forman parte del trabajo meditativo.
La droga de la información nos ha despojado del tiempo para vivirnos. Así que, ¿cómo vivir en plenitud una vida llena de incertidumbres? Esta es la vía del despertar donde lo que importa es lo que haces, no lo que te cuentas. Si hay una atención mantenida, hay una percepción no difuminada.
Por tanto, el budismo no es únicamente meditación y toda meditación no es budismo. El budismo debe ser entendido, por encima de todo, como un camino de trascendencia de eso que nos creemos ser. El budismo propone un recorrido existencial que nos lleva al íntimo conocimiento del sí mismo, y por ende, nos permite observarnos plenamente a la luz de la conciencia, viendo cómo es nuestra manera de relacionarnos, tanto con otras personas como con todo lo que nos rodea.
Denkô Mesa