Luz del Dharma

Comunidad Budista Zen en Tenerife

El mono que bajó de las ramas

Por Eihei  T. Arozena

Hay un relato del folclore budista que me resulta muy querido. Las veces que lo he escuchado han sido bajo una forma oral, narrado, junto al fuego, por Éric Rommeluère.  Esta enseñanza de intención alegórica describe la génesis de esa estructura trinitaria que, al igual que en muchas otras tradiciones espirituales, hallamos también en el budismo. Me refiero, claro está, al misterio de las tres joyas.

Cuando Shakyamuni se iluminó bajo el árbol, convirtiéndose en Buddha, desde sus ramas un mono lo vio, descendió y proclamó a los cuatro vientos: «Un Buddha se ha iluminado». En ese momento mismo comenzó a girar la rueda del Dharma. 
El mono se dio cuenta de que el Buddha tenía hambre y vio a lo lejos pasar una caravana. Entonces les llamó y les dijo «Vengan a ver, un Buddha se ha iluminado y tiene hambre». Las gentes de la caravana se acercaron, vieron al Buddha y le ofrecieron miel como alimento. En ese mismo momento surgió la Sangha.

En este relato mitológico se refleja una doble idea. El mono que baja de las ramas y se convierte en el testigo que anuncia la iluminación parece hablar por un lado de la naturaleza inesperada e impredecible del despertar espiritual, y también, por otro lado, de una condición profundamente animal y física de la conciencia. Es el mono-testigo que desciende y que encarna el entendimiento correcto quien inicia este camino vivo e impredecible que llamamos Dharma.

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Quimeras del ego

Anunciamos  con alegría la publicación del nuevo libro del maestro zen Denkô Mesa, titulado Quimeras del ego, una obra que ve la luz en la Editorial Kairós dentro de su colección Psicología Perenne y que desde hoy se puede adquirir en librerías y a través de su página web.

Estamos ante un texto de lectura profunda, sobria y asequible. El autor, reconocido maestro zen y director espiritual de la Comunidad Budista Zen Luz del Dharma, es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna, catedrático de Lengua Castellana y Literatura y profesor del Máster en Mindfulness de la Universidad de Zaragoza. Ha publicado varios libros, destacando Quietud, La mirada interior, El viejo arte de darse cuenta, Zen, aroma eterno y otros relacionados con el budismo. En su faceta lírica sobresalen los poemarios En los espacios del silencio y Presencia invisible. Denkô Mesa viaja con frecuencia para dirigir retiros e impartir conferencias, cursos y talleres relacionados con las prácticas meditativas. Recogiendo el fruto de estas experiencias y enseñanzas, plasma ahora en su último libro un compendio de textos bajo el subtítulo «Desvelando la consciencia.»

He aquí un libro que aporta valiosas pinceladas, para que el lector se adentre en el lenguaje íntimo del ser, para que toque su corazón y aprenda a nutrir todo aquello que en verdad lo dignifica. Para ello, el autor se apoya en el desarrollo de distintos ejes, a saber, meditar, atención, experiencia y presencia. Así lo expresa en el prólogo: «el valor y el respeto por quienes somos, es decir, el reconocimiento y la autoestima, son fundamentos a tener muy en cuenta y algo esencial para nuestra vida saludable, ya que marcan el desde dónde vivimos y cómo fluimos o no ante lo que sucede

El libro Quimeras del ego rebosa sabiduría, pues recoge la esencia de la tradición budista, acompañando cada capítulo con frases de grandes maestros, citas emblemáticas y grandes referencias literarias. De igual forma, partiendo de un estudio antropológico de la quimera, el maestro se adentra en el análisis del temperamento humano, el estudio de la caracterología y el trasfondo de las emociones: «Gracias a la meditación, somos capaces de manifestar el verdadero potencial de quienes somos porque la contemplación interna nos faculta, para aprender a soltar aquellos programas y esas creencias que tanto nos limitaban.»

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Maestro zen Denkô Mesa

ESTA BELLEZA QUE HABITA EN NUESTRO INTERIOR

Cada momento es único. Tener un encuentro con el Dharma del Buddha es tener un encuentro con la intimidad del corazón. Disfrutar del tiempo de la práctica, supone regalarnos un instante de eternidad. Además, vivirlo en plena naturaleza y sentir a través del silencio la presencia de otros compañeros y compañeras del camino interior son valores a tener muy en cuenta y apreciar plenamente. Todos tenemos la oportunidad de ejercitarnos en la experiencia meditativa y profundizar en la certeza del quiénes somos.

Cuando nos sentamos a meditar, el nivel de auto exigencia queda abandonado, dando paso a la dulzura, la confianza y la receptividad.

Estas no son solo palabras, sino la esencia de la tradición budista. El gran vehículo se presenta en su grandeza cuando la quietud, el silencio y la contemplación serena nos muestran la vivencia de lo Real. Para volver al centro y salir de la periferia, para reencontrar el anhelado equilibrio, se trata únicamente de aprender a observar sin juzgar lo que aparece. De esta forma, la mediación nos ayuda a comprender y soltar lo que estaba acumulado o reprimido y, sobre todo, abrirnos a un avance en nuestras vidas, distinguiendo qué es lo que nos nutre y dejando partir lo que en verdad no necesitamos.

Para acceder a esta vivencia, el budismo zen se caracteriza por la expresión de la elegancia, la sobriedad, el orden y la naturalidad de la experiencia. Esta belleza que habita en nuestro interior, se despliega sin forzarla en lo exterior. Si bien cada cual se ocupa y responsabiliza de sus propis actos, pensamientos y palabras, vamos todos juntos. En el universo todo se está dando al mismo tiempo. La energía no se detiene en ningún lugar ni en momento alguno. Su fuerza está en el dinamismo constante. Lejos de sentir presión o acelerarnos, en el instante en que conectamos con este flujo y nos hacemos uno con él, sentimos que todo se presenta en su máximo esplendor. Nosotros somos este flujo. Para vivirlo plenamente, consideremos estos principios que sirven de soporte para el desarrollo de la meditación:

QUIETUD

La estabilidad del cuerpo durante la práctica no significa rigidez del cuerpo al meditar. En una posición adecuada, la respiración fluye amplia y generosa entre inspiración y espiración. Es una danza armónica. Advertirla sin afán es una de las puertas que regulan nuestra percepción condicionada. Con el establecimiento del sosiego, el cerebro entra en un estado de conciencia extraordinaria a través de la cual todo pasa a ser visto sin el filtro de los programas y las creencias limitantes.

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VIVIR EN LA PRESENCIA

La relación que los seres humanos mantenemos con el tiempo ha sido ampliamente sentida, abordada y expresada a lo largo de la historia. Muchas son las formas de comunicar el profundo significado que conlleva el tránsito de la vida. Quizá sean la quietud y el recogimiento interno del silencio donde mejor escuchemos la voz de lo insondable, sintamos el eco del ahora y toquemos la eternidad de un instante perfumado. De igual forma, aquellos que tratan de hallar respuestas con la mente al significado del aquí y ahora, solo conseguirán llenar su cabeza con más ideas creadas por la propia mente. Buscar respuestas no es lo mismo que encontrar la solución. Por este motivo, Newton llegó a decir «sé lo que es el tiempo, pero no sé realmente cómo explicarlo».

Debemos partir de un hecho significativo: hay dos estados de la mente, los saludables y los no saludables. El propósito de la meditación es acceder, cuidar y desarrollar momentos de presencia en nuestro interior. Luego estos, por sí solos, se manifiestan en el mundo externo. Así, observaremos que lo trascendente está implícito en lo cotidiano, siempre y cuando estemos abiertos a descubrirlo. Como dijo el poeta inglés William Blake:

 

«Cuando las puertas de la percepción se abren

vemos las cosas tal y como son,

infinitas.»

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