Poesía

Brumas sobre el valle

Se dejaba sentir

entero,

el aire pesado

cargado de lluvia.

Todo quedaba tan lleno,

lleno y estable en tu invisible presencia.

 

Más allá de las brumas

aquietadas en un espacio sin forma,

naciste gris

y libre

como el agua que fluye.

 

Detrás del rumor del valle,

en el manso letargo de la tarde,

una campana rompió cercana el perfil de tus silencios;

diminuta en su murmullo

rasgaba a tientas el cielo de la vacuidad

y en la plenitud de los sentidos, observé

la igualdad de los fenómenos

la certeza de la nada.     

 

El mar estaba quieto,

dormido en tu reposo

azul.

Intrépido

 ¡Fugacidad del aire perfumado!

Y la luz

que allí entraba

lo hacía vestida en blanco.

En el fondo del fondo,

como en un vacío habitado,

reposando quedan los almendros,

liberando pensamientos entre efímeros instantes.

¡Fugacidad del aire perfumado!

Se expandía quieto en el ahora

aquel aroma de lo eterno.

Sobre la mesa

conjugadas quedan las palabras:

eres

un siendo

en nosotros