Desde algún tiempo atrás había pensado en entrar en el camino del corazón, en la Vía del Zen, en su práctica al más puro estilo tradicional de los bonzos (monjes) del Japón. Habiendo practicado hace un par de meses casi todos los días el zazen en casa y en el Dojo de La Laguna, andaba como todos, buscando un camino hacia mi interior. Con este impulso decidí participar en la Sesshin Ango de verano en La Orotava. A continuación explico mi experiencia brevemente con el deseo de animar a todos los buscadores del camino, un sendero que se palpa y se siente fuera de la teoría y de los libros.
Encontrarse uno mismo, tocar la esencia de lo que somos, contemplar la luz cósmica y sentir la Tierra Pura es parte de lo que he experimentado (o mejor dicho, ya estaba; sólo “he” quitado algunas capas más en mi interior). Durante la sesshin, durante las sesiones de meditación sedente (zazen), he podido sentir aparte de mucha alegría, ternura y felicidad, no sólo la mía, sino la de todos los que participamos en ella.
El retiro es muy didáctico y está muy bien estructurado, pues se generan todas las condiciones a través del lugar, las comidas, los estiramientos vespertinos, el samu (trabajo consciente), etc. Todo un conjunto de recursos armónicos para que la atención continuada, el silencio y su preservación se dieran con facilidad.
El maestro zen Denkô Mesa es un gran facilitador. Te sientes acogido con mucha ternura y ecuanimidad. Sirve como guía y soporte. Muestra una cara muy gentil y amorosa del Zen, más allá de la visión dura o marcial con la que generalmente se conoce en occidente. Su aproximación es muy amigable y asertiva. He conseguido un maestro de vida y ha sido muy emocionante, aparte de compartir desde otra perspectiva con otras personas, a través del silencio con gente que no conocía y que, sin embargo, sentí que conocía de toda la vida.
El lugar es maravilloso, repleto con pinos de castaño por todos lados, césped verde, muy muy bonito y limpio. La participación de meditadores más experimentados reflejaba una notable frescura, como si estuviesen haciendo el primer retiro de sus vidas, viviendo el momento presente a cada instante. Por todo ello, la interdependencia es otro aprendizaje clave que me he llevado. La certeza de la no dualidad me ha sorprendido, vivenciada en un grupo tan diverso, con gente de historias de vida diferentes. Todos se han complementado y juntos hemos alcanzado una armonía en todas las actividades realizadas. En fin, una experiencia que marca, un antes y un después, que refresca y permite recordarse, olvidarse y encontrarse.
Jean Carlos Fontana
18 de agosto de 2022