Crónica  por Carlos Hernández

Parece que fue hace solo un momento cuando asistíamos a la inauguración del Dojo Zen Ryoku Shin (Fuerza del Espíritu) que está adscrito a la Comunidad Budista Zen Luz del Dharma que dirige el maestro Denkô Mesa. Aquí estábamos de nuevo, otra vez viajando desde Toledo para asistir a la segunda parte del curso que está impartiendo Empar sobre enseñanzas zen y su práctica.

Esta vez el tema serían las tres marcas de la existencia… o de la vida, no estoy seguro. Para mí son raíz, base fundamental: Anitya o Transitoriedad, Anatta o insustancialidad y Dukka o lo que venimos llamando  sufrimiento.

Sin duda alguna este Dojo tiene algo especial, no sé si llamar mágico. El caso es que cuando atravesamos el portón del recinto, volvieron a la mente unas palabras que escribí para no olvidar con qué pie se entra y con cuál se sale del dojo: “avanza el pie izquierdo, entro en el espacio sagrado, avanza el pie derecho y salgo del ego ilusorio. Mientras tanto, barro en los pies.”

Y de nuevo esos abrazos tan sinceros y tan deseados por mi parte. ¡Qué enorme privilegio poder pertenecer a este grupo, qué alegría poder comprobar todo lo que me queda por aprender de ellos!

Hace tiempo, no sé si leí o escuché algo del maestro Denkô Mesa sobre la verdad revelada y la verdad desvelada, con qué facilidad dejas caer esos velos gracias la apertura de corazón que en Ryoku Shin habita.

No sé qué en mí está pasando ni me interesa saberlo, prefiero vivir lo que en mí está quedando. Gracias Denkô sensei, Empar, gracias al Lama Tubob, Rafa, Pilar, Sonia, Gloria, María Ángeles, Helena, Juanan, Paz.

A las 11:00 aprox. Se comenzaban a impartir las enseñanzas. Como siempre, el círculo de corazones inicial para comentar nuestras vivencias sobre cómo habíamos llevado la práctica estos días y Empar con sus comentarios certeros. Enseguida pasamos a las enseñanzas y, de pronto, no sé cómo ni por qué, esa voz de Empar que me suena siempre tan dulce y joven, comenzó a resonar en mí como “la voz del dragón que parte de dentro del hueco tronco del árbol viejo”. Dejé de intentar comprender, me atreví por un momento a dejarme vencer por la vulnerabilidad bien entendida, confianza en el corazón, este corazón sonríe. Transitoriedad, insustancialidad, dukka… conceptos que separamos y, sin embargo, se entremezclan.

¿Qué es todo esto? nos preguntaba. No podemos bañarnos dos veces en el mismo rio, decía Heráclito. ¿Acaso no os habéis preguntado de dénde viene vuestra vida, a dónde va?

Tras unas puntualizaciones sobre zazen, comenzó de nuevo el volver a la raíz, sentarse en el hogar. Sentado solo conmigo y tan arropado por la comunidad. Después kinhin y de nuevo solo sentarse, reconociéndome y, de nuevo, siendo mero testigo de estas maquinaciones mentales y ensoñaciones, como si el policía que roba, dejase de buscar al ladrón.

Pausadamente, volvimos a salir del estado meditativo para compartir nuestras experiencias. ¡Cuántas enseñanzas pude leer entre líneas gracias a los comentarios del grupo! ¡Qué comentarios más acertados de Empar!

Pasamos a preparar el espacio en el dojo para comer. Gran idea traer nuestros alimentos para compartir. Por fin, mientras preparábamos todo, llegaba el Lama Tutob Wangchuk para oficiar la ceremonia de buenos auspicios, ritual para eliminar los obstáculos de la práctica. Pero antes había que comer.

  • Se os nota en la cara que habéis estado meditando. ¡Qué alegría!

Hubo abrazos y besos para todos. Al preguntarle, nos comentó:

  • Me podéis llamar como queráis, Miguel para los amigos…o algo así.

Ya sentados en la mesa, pregunta va y pregunta viene y él contestando con alegría. ¡Qué gran corazón, qué gran persona, qué ternura! Nos habló también de su retiro de práctica de tres años, tres meses y tres días y nosotros escuchando con los ojos abiertos como platos y el corazón también. Después de comer y un poco de tertulia, Empar hablando de los años 90. ¡Qué delicia!

Pasamos de nuevo a preparar el lugar para la ceremonia. Al finalizar, el Lama Tutob nos comentó que había sentido muy buenas energías y felicitó a Empar por lo que allí estaba naciendo.

  • Pues yo he entrado en un estado de calma y he notado una energía muy especial – decía alguien. Notaba como una energía que recorría mi cuerpo,
  • Pues en mi caso calor.
  • Y yo también…

¿Acaso no sería el viento del Dharma que venía a visitarnos? ¿Acaso no era la luz del Dharma? Se volvía a repetir la misma sensación que sentí en la ceremonia de inauguración que ofició el maestro Denkô Mesa.

Cierto día que tuve una de mis ensoñaciones, sentí como estando todo en calma, una libélula se había posado en la hoja de un arbusto. Por un ojo me miraba el Bodhisattva Kannon y por el otro ojo me miraba el Bodhisattva Avalokiteshvara. Hermano del Dharma le llamó Denkô al Lama Tutob en la inauguración y yo, al recordarlo, ignorante de mí, hago un esfuerzo para que no salgan libres por estos ojos unas lágrimas que llaman a la puerta.

Nos despedimos con más abrazos del Lama, tenía que regresar. Después, más hermanados aun, pudimos disfrutar en el Dojo en un ambiente más recogido que la vez anterior y con más resonancia la maravillosa música de Rafa. Al finalizar compartimos lo que habíamos sentido y casi la única palabra que se pronunciaba era trance. En mi caso, mientras resonaba con la música, recordé las palabras de Empar cuando citaba a Heráclito: “no os podéis bañar dos veces en el mismo río.” Salí a preguntar al arroyo que hay cerca.

            – ¿Y si por un milagro se paran tus aguas?

            – Tampoco podrías bañarte dos veces, tú también cambias. No lo veas como una pérdida, pues es renovación.

Rafa nos propuso cantar todos juntos y así terminamos ese momento, en resonancia, sin separación. Después un delicioso chocolate calentito que nos preparó Empar y un poco más de tertulia, poco a poco, por momentos fuimos despidiéndonos.

Y aquí estoy, en la cocina junto al patio de mi casa, cambiado de ropa y dispuesto a acudir a la celebración del cumpleaños de mi cuñado. Bajo la mirada al suelo y veo un trozo de fruta que quedó olvidado en el suelo, después de haber barrido antes de irme:

Fruta caída

sigue siendo alimento.

Mosca lamiendo

 Noche de invierno,

la luna ha pintado

de azul el viento.

 Rosa clarea

bañada en serena luz,

se mueve en calma.

 Huele a humedad,

el aguacero espera.

Noche sin nubes

 Ya muchos duermen,

El paseo de la luna

 pocos conocen

 Se fue el otoño,

en los ojos de aquel pez

veo lágrimas.

 Y el viento azul

de nuevo cubre mi piel,

no hay mejor ropa.

 

¿De dónde viene mi vida, a donde va? El ahora de mañana seré esto que soy, seré mosca, lágrima de pez o fruta lamida. De todos modos, acariciará esta piel, pintado de azul el viento. ¿O seré rosa que clarea en calmo movimiento?