Enseñanzas del maestro Denkô Mesa

La vejez: un canto a la vida

Aún los ornamentados carruajes de los reyes envejecen.

También el cuerpo humano llega a la vejez.

Pero la Enseñanza de los Budhas nunca envejece.

 Así, la Sabiduría permanece entre los Sabios

y trasciende el tiempo.

 

Cuenta la leyenda que Siddhartha Gautama escuchó la voz triste de un sirviente en palacio. Sintió en su interior una melancolía extraña que nunca antes había percibido. Entonces, decidió abandonar el palacio y adentrarse en la ciudad cercana en busca de respuestas.

Se dice que tres hechos marcarían su trayectoria como meditador, la visión de la enfermedad, la prueba de la degeneración del cuerpo físico y la consiguiente llegada de la vejez, para llegar finalmente a la certitud de la muerte. Estos tres hechos son poderosos impulsos que nos permiten repensar la vida misma, ya que pueden ser considerados los más grandes motores para la transformación de la conciencia.

De forma tradicional, la historia describe cómo era la apariencia que tenía ese anciano: un hombre débil, acabado, con una joroba en la espalda, con un cuerpo tan delgado que se le notaban los huesos y que se movía dando pasos cortos ayudado por su bastón. Tenía una larga barba blanca y los ojos llorosos. Para los occidentales esto puede sonar un poco exagerado, pero en la India no lo es. Allí la gente envejece de una forma muy evidente debido al clima y a las duras condiciones en que se vive. A los cincuenta o sesenta años los indios tienen una apariencia bastante avejentada.

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SHIN JIN MEI

Hoy nos acercaremos a una maravillosa obra del maestro zen Kanchi Sosan (Jianzhi Sengcan), el Tercer Patriarca en la línea del Zen chino, titulada Shin Jin Mei. La tradición asocia esta obra a otros tres clásicos posteriores: el Shodoka o Canto del Inmediato Satori, del Maestro Yoka Daishi (649-713), el San Do Kai o La Esencia y los Fenómenos se Interpenetran, del Maestro Sekito Kisen (700-790), y el Ho Kyo Zan Mai o El Samadhi del Espejo Precioso, del Maestro Tozan (807-869). Estos cuatro textos forman el patrimonio del Zen y constituyen la pura esencia de esta tradición milenaria.

La significación del título se extrae de los ideogramas:

  • Shin: atención aguda y penetrante. Corazón, esencia, espíritu.
  • Jin: creer en, tener fe.
  • Mei: poema, recopilación para el futuro, lo que está por venir.

La obra se compone de 584 ideogramas repartidos en frases muy breves, formando un total de 72 versos. El poema es un himno al Tao, en el que el espíritu chino se une a la espiritualidad budista en una alabanza y homenaje a lo Insondable. La influencia taoísta se hace evidente.

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Los Cuatro Inconmensurables

La palabra sánscrita de donde proviene el término voto es pranidhana que se puede traducir también como resolución. Por eso, los votos son la expresión del compromiso en la práctica meditativa, una guía o brújula existencial.

Los votos no son dogmas de fe o imperativos a seguir, al contrario, surgen desde la pura libertad del ser y se manifiestan como una renovada declaración de intenciones. Son como el viento que llena las velas de un barco, el navío de la aspiración al despertar, un impulso fresco y renovado que acompaña al bodhisattva a lo largo de toda la travesía.

Hace algunos años que hemos incorporado los siguientes votos en nuestras ceremonias matinales. Se vinculan con las Moradas sublimes o Brahma Vihara, a saber, amor benevolente, ecuanimidad, alegría y compasión. Dicen así:

  • TODOS LOS SERES GOZAN DEL AMOR INCONDICIONAL
  • TODOS LOS SERES ESTÁN LIBRES DEL SUFRIMIENTO
  • AQUÍ Y AHORA PRACTICO CON ECUANIMIDAD COMPASIVA
  • SIENTO EL BIEN Y LA PLENITUD QUE HAY EN TODOS LOS SERES

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Karma generacional

El otro día preguntaban por el karma generacional y cómo abordarlo. Muy interesante la pregunta. También formularon cómo es la relación del yo y los demás. Así pues, estamos ante dos leyes universales, la primera alude a la relación de las causas y sus respectivos efectos. La segunda nos habla de que en el verdadero yo, están los demás. Vivimos en íntima relación.

De entrada, debemos decir que el concepto de karma es interpretado erróneamente. Por ejemplo, se llena de matices negativos, ya que es visto como algo nefasto o lo planteamos como un juego infantil. ¡Qué mal karma tiene o qué buen karma! 

Vamos a ser serios con esa ley universal.  Karma es un concepto que hace referencia al principio de la causalidad del universo, similar a la de la ciencia moderna, en donde cada acción tiene su correspondiente resultado. Cuando el karma es bien entendido, permite comprender que el destino depende de cada uno y que cada persona tiene el poder de transformar su vida. Esto significa que nuestros pensamientos, palabras y acciones siembran las semillas para nuestra experiencia. Está en nuestras manos cambiar nuestras vidas gracias al entendimiento de esto.

De esta forma, el meditador se abre a la experiencia de lo que ante él acontece. Al observar con tranquilidad las tendencias del pasado generacional, por ejemplo el de nuestros padres y familiares más allegados, inicia su camino de aprendizaje. Si percibimos dolores o heridas que se manifiestan en este presente, producidas por nuestra conciencia, nuestra boca o nuestro cuerpo, aquí y ahora podemos desidentificarnos de ellas. Sin embargo, el ego querrá imponer ideas sobre cómo hacer con ellas, pero este no es el camino de liberación. Pregúntate con sinceridad: ¿qué es lo que te duele? ¡Siéntelo! Profundiza en ese sentir para que te abras a la comprensión de lo que debes aprender.

Mantener la calma y la objetividad es un factor del despertar. Echar las culpas a otros no es la libertad. Por lo general, solemos echar la culpa a los otros. Vivimos a través de las relaciones, de la familia, la sociedad, la cultura, la época… ¿para qué? Para aprender a soltar las heridas y así sanarlas.

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